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San Martín interpretó el espíritu criollo Suramericano desde cada origen y lo tradujo en Doctrina

José Francisco de San Martín abonó en su alma la herencia libertaria sembrada con sangre y fuego en el levantamiento de José Gabriel Condorcanqui, el célebre Túpac Amaru, en su holocausto y en las revoluciones de Oruro y Chuquisaca. Interpretó el espíritu criollo suramericano desde cada origen y lo tradujo en doctrina, y con ella organizó el más brillante y glorioso ejercito que pisó esta tierra. Y amparado en las creencias más profundas de nuestro pueblo se cubrió con la celeste y blanca para empujar con carácter y autoridad la independencia de las Provincias Unidas, y luego, tras vencer las cumbres andinas, liberar a Chile y Perú.

Sabía en su interior que la Independencia sería una lucha permanente y que los imperios transfiguran de formas y de estrategias, pero no cambian sus objetivos, sus metas. El puerto de Buenos Aires y sus conspiradores, especialistas en enjuagues políticos y financieros le demostraron que la propia integración nacional sería una larga utopía. Pero también era consciente que el germen libertario había enraizado en el corazón del pueblo.

El asedio y bloqueo Francés de 1838 a 1840 al puerto de Buenos Aires fue la primera muestra de la intención de otros imperios sobre suelo argentino, desenmascarándose en 1845 con la alianza anglo-francesa para intentar obligar por la fuerza a don Juan Manuel de Rosas a permitir la libre navegación de los ríos interiores. La heroicidad de nuestros soldados y sus oficiales en la batalla de la Vuelta de Obligado hizo que fracasara esta invasión. Y en reconocimiento al Brigadier Juan Manuel de Rosas, poco antes de su muerte el gran Capitán de la libertad de América, San Martín, le envió su sable, aquel con el que había librado las batallas por la independencia.

El pensamiento sanmartiniano, la semilla de la gran patria, se convirtió en un valor supremo de nuestro pueblo, por eso encada tiempo y en cada lucha, con sus respectivas actualizaciones enfrentando a las estrategias imperiales, tuvo sus representantes auténticos. Y desde el reconocimiento a los grandes movimientos argentinos propulsores de la liberación de cualquier yugo extranjero o interior, se ha consolidado una línea histórica que parte del Libertador, pasa por don Juan Manuel de Rosas, en el siglo XX don Hipólito Irigoyen, y el general Juan Domingo Perón. Este último, fundador del movimiento nacional justicialista y tres veces presidente de la Argentina, declaró la independencia económica el 9 de julio de 1947, encaminando a la Nación a convertirse en una potencia mundial, pero fue imposibilitado por un golpe de estado violento planificado y ejecutado por los imperios coloniales, Estados Unidos y el Reino Unido de Gran Bretaña. Finalmente, podemos afirmar que aun en el siglo XXI, luego de años de oprobio, intervenciones militares y gobiernos con planificación neoliberal y colonial, la revolución por la liberación está viva en los corazones argentinos.

Fernando Galarza
36.015.262
Militante juvenil del Movimiento Nacional y Popular 
Militante del Modelo Formoseño