La expansión de sembradíos de hortalizas modifica hábitos sociales en el extremo oeste
En el paraje de El Cruce (cercana a El Quebracho) a unos 550 kilómetros al extremo oeste de la provincia, lo que comenzó siendo una pequeña huerta comunitaria, hoy la misma no solo está en franca expansión sino que sirvió como estímulo para que en la zona, estén prendiendo otros proyectos similares, con todo un impacto en los hábitos sociales.
Juan Vega, cacique wichi de la comunidad, contextualiza que en el lugar habitan 28 familias, es decir un centenar y medio de personas, número que marca “implica un progresivo aumento poblacional en los últimos meses, por causas como la de esta labor mancomunada que genera expectativas en el desarrollo socio-económico”.
Por su parte, Germán Benítez, que junto a su familia –su esposa es docente- son los únicos no aborígenes en el lugar, alude a que el proyecto “lo pusimos en marcha como una huerta comunitaria y ahora estamos creciendo y ampliando las perspectivas, sobre todo a partir de instalar importantes sombraculos, elemento fundamental ante las altas temperaturas de la zona. A eso le sumamos la capacitación en el cultivo de hortalizas que recibí en el vivero del ministerio de la Producción y Ambiente y que ahora queremos extender a más gente”, comenta, añadiendo la idea de ampliar con mas tecnología en riego y variedad de verduras y de hortalizas.
Destacan que “el gobierno provincial a través del IPS en la persona de su administrador Hugo Arrúa fue el que nos dio un gran apoyo y continúa haciéndolo en este proyecto, que está modificando para bien hábitos sociales en las familias”.
La comunidad está habitada íntegramente por aborígenes, excepto Benítez y su esposa que es docente de la escuela lugareña, y quien alentó en torno a esta iniciativa a partir del interés de modificar hábitos que lleven a una mejora en las condiciones de vida de las familias que allí residen. “Es así que fuimos armando esta gran huerta, primero para distribuirlas a las familias y que estas las incorporen a su dieta, para lo cual el aporte también alcanzo a la escuela a fin de enriquecer el menú del servicio nutricional educativo, y planteando expandirnos para comercializar el excedente”, expone.
“Vemos que las familias en general y los jóvenes en particular están mas motivados y se quedan a ser parte de este gran presente del oeste, donde a las escuelas, agua potable, caminos, energía eléctrica, salud, está habiendo un importante desarrollo productivo, por ahí incipiente en algunos casos, pero que genera toda un movimiento que está modificando la realidad social”, sostiene.
Benítez alude a que “este proyecto de El Cruce motivo a que otros caciques y dirigentes de otras comunidades vengan a apreciar lo que estamos haciendo y entonces nos transformamos en promotores para extender esto en toda la región, ya que es algo que esta prendiendo”, a lo que el cacique Vega añadió acerca de que “muchos jóvenes de los parajes cercanos como La Esquina, Divisadero, Dos Lagunas y Kilometro 30 están muy motivados y creemos que con un apoyo que le puedan dar al igual que nosotros arrancaran mas proyectos y la zona misma podrá transformarse en una plantío importante de toda variedad de verduras”.
Juan Vega, cacique wichi de la comunidad, contextualiza que en el lugar habitan 28 familias, es decir un centenar y medio de personas, número que marca “implica un progresivo aumento poblacional en los últimos meses, por causas como la de esta labor mancomunada que genera expectativas en el desarrollo socio-económico”.
Por su parte, Germán Benítez, que junto a su familia –su esposa es docente- son los únicos no aborígenes en el lugar, alude a que el proyecto “lo pusimos en marcha como una huerta comunitaria y ahora estamos creciendo y ampliando las perspectivas, sobre todo a partir de instalar importantes sombraculos, elemento fundamental ante las altas temperaturas de la zona. A eso le sumamos la capacitación en el cultivo de hortalizas que recibí en el vivero del ministerio de la Producción y Ambiente y que ahora queremos extender a más gente”, comenta, añadiendo la idea de ampliar con mas tecnología en riego y variedad de verduras y de hortalizas.
Destacan que “el gobierno provincial a través del IPS en la persona de su administrador Hugo Arrúa fue el que nos dio un gran apoyo y continúa haciéndolo en este proyecto, que está modificando para bien hábitos sociales en las familias”.
La comunidad está habitada íntegramente por aborígenes, excepto Benítez y su esposa que es docente de la escuela lugareña, y quien alentó en torno a esta iniciativa a partir del interés de modificar hábitos que lleven a una mejora en las condiciones de vida de las familias que allí residen. “Es así que fuimos armando esta gran huerta, primero para distribuirlas a las familias y que estas las incorporen a su dieta, para lo cual el aporte también alcanzo a la escuela a fin de enriquecer el menú del servicio nutricional educativo, y planteando expandirnos para comercializar el excedente”, expone.
“Vemos que las familias en general y los jóvenes en particular están mas motivados y se quedan a ser parte de este gran presente del oeste, donde a las escuelas, agua potable, caminos, energía eléctrica, salud, está habiendo un importante desarrollo productivo, por ahí incipiente en algunos casos, pero que genera toda un movimiento que está modificando la realidad social”, sostiene.
Benítez alude a que “este proyecto de El Cruce motivo a que otros caciques y dirigentes de otras comunidades vengan a apreciar lo que estamos haciendo y entonces nos transformamos en promotores para extender esto en toda la región, ya que es algo que esta prendiendo”, a lo que el cacique Vega añadió acerca de que “muchos jóvenes de los parajes cercanos como La Esquina, Divisadero, Dos Lagunas y Kilometro 30 están muy motivados y creemos que con un apoyo que le puedan dar al igual que nosotros arrancaran mas proyectos y la zona misma podrá transformarse en una plantío importante de toda variedad de verduras”.