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El día del vacunador no debe pasar desapercibido


Por Justo L. Urbieta

Este 26 de agosto se celebra el Día del Vacunador, una jornada que fue establecida por ley nacional 27.491 de Control de Enfermedades Prevenibles por Vacunación, promulgada en diciembre de 2018, en alusión al nacimiento de Albert Sabin, ese día de 1906.

Es una jornada que no debería pasar desapercibida por la comunidad que debería manifestar su gratitud a estos trabajadores de la salud- del mismo modo que los enfermeros, médicos, técnicos y voluntarios en defensa de la salud y la vida- que han contribuido, desde la primera línea de batalla, a hacer menos dolorosa la pandemia del coronavirus.

En mi caso personal, la emergencia coincidió con la necesidad de movilizarme a Buenos Aires para recibir tratamiento oncológico en el Instituto Alexander Fleming.

Y aquí y a la distancia pude valorar la dimensión de la tarea de los vacunadores que por entonces fueron convocados para integrar los componentes humanos del Plan Provincial de Vacunación decido por el gobernador Gildo Insfrán.

Recuerdo que mis dudas respectos de lo que me aguardaba en el caso de mi enfermedad también formaban parte de las incertidumbres comunitarias, pese a lo cual todavía persisten los que amonestan a los responsables de la conducción política del país por las medidas de aislamiento y prevención que se adoptaron para preservar la salud y la vida de los 650.000 formoseños.

A esta altura, quienes apostaron a la inmunización deben estar agradecidos y celebrando el Día de los Vacunadores, habiéndose convertido Formosa en una de las provincias más exitosas en cuanto a la respuesta del pueblo a las apelaciones oficiales para prevenir la enfermedad que derivó en millones de muertes en el país y que sigue aún vigente por lo que no deben dejarse de lado el uso del barbijo, el lavado de manos y otros cuidados esenciales.

¡Gracias Vacunadores Formoseños y que Dios los bendiga!