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Homenaje al Negro Scribano"

Habrá algún tonto que al llegar al final de mi remembranza me considere irreverente. Que no se preocupe, no lo sumaré. Y para quienes me sean proactivos, para quienes gustan comprenderme investigándome entre líneas, sólo diré: quiero contar a todos que me siento muy afortunado, muy próspero, muy rico, muy bendecido…

Suelo estar públicamente muy reconocido por muchas cosas, y lo expreso sin dificultades. Pero desde ayer al mediodía se dice que hemos perdido a un gran formoseño, y mi sentimiento, que pareciera un poco contradictorio con la noticia del día, tal vez requiera una explicación.

Es que tendemos a asustarnos con lo de la fecha de vencimiento que tiene el envase, y nos olvidamos lo infinitamente ricos que hemos sido al disfrutar de su contenido, y poder inmortalizarlo a través de nuestro posterior recuerdo, que lo tendrá siempre presente.

(Mirá mi fortuna, loco, he conocido al Negro Scribano, el hijo de Don Carlos, el hermano de Chuty, el papá de Gringo, Nati, Punchi, el Rey de su Reyna, (che, qué linda mina esta Reyna), el del colectivito escolar Estrellita, y el que como gratitud por lo gran tipo que es y siempre será en mi historia de vida, le di mis hijos (todo mi capital, por cierto) para que los lleve a la escuela por mí y me los traiga a casa. Tantos años como sean suficientes para poder permitirme el lujo de ser su amigo.

(Siempre quise copiarle esa onda de que “sos mi cliente y porque nunca te fallaré serás mi amigo también” y no me sale aún… Negrito, cómo hacés para encantar a la gente???)

Serán esos ojos de “Chamigo, me caigo de sueño”? Será esa sonrisa al estilo Bart Simpson? Será esa voz que tiene el freno de mano puesto, pero porque llegó y volvió mientras yo recién estoy yendo? Será porque sabe que tiene a su Reyna y por eso él sabe que al lado de este humilde y eternamente agradecido súbdito que escribe ya es Rey?

Bueno, no sé…)

Lo único que sé es que me gustaba cuando hablabas por el celular a los gritos y cuando nos contabas cosas con tu estilo único.

Y cuando te reías con nosotros de las diabluras de tus pasajeritos, para que cada papá se pusiera, bueno, nos pusiéramos “en órbita” con nuestros diablitos…

Y también sé que me encantaba contar con tu complicidad cuando organizábamos algún evento.

Nunca anduviste de onda rara, siempre un tipo encantador, conquistador por tu simpleza.

Negro Scribano, sos cruza de gato? Caés siempre de pie, chamigo.

Ni siquiera la Muerte te pudo matar. Y eso que se esmeró con vos...

Pero no hay caso, Negro. Disculpanos que por un tiempo te lloremos un poquito, tan desconsolados que nos dejaste con esto de tu envase que se malogró. Pero ya sale el sol, Negrito. Al final no te fuiste de nosotros.

Entendimos que tu esencia, tu ejemplo, no podrá dejar esta vida, porque ya están viviendo entre nuestros recuerdos, y los de nuestros hijos. Bien, Negrito, así se hace.

Si alguno quiso leer entre líneas, habrá entendido qué me hace sentir que me siento muy afortunado, muy próspero, muy rico, muy bendecido…

(He conocido al gran Negro Scribano. Y? Qué me decís? Soy un pobre ratón, o soy muy rico, como te decía al principio? Eh?)

Lloré por dentro un rato en el sepelio, Negro, con otros amigos que gua-ú te despedíamos, mientras compartía mi pesar con tu familia. Luego, volví a mirar pa’dentro, y me di cuenta lo rico que me hiciste, Negrito. Gracias, Negrito. Gracias, chamigo. Muchas gracias.

Una pena que tu envase estuvo enfermito, pero lo peor ya pasó. No vemos, Negrito, hasta pronto, loco.

Gracias a Dios, ya te tenemos, como a tu viejo, vivitos y coleando en el corazón, donde nada muere.

Imposible no compartir

De su amigo Luis Medina"