Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos
Después de haber celebrado el mes de la Palabra de Dios, -Septiembre-, somos, con renovado vigor, Enviados a la Misión en Octubre, mes en el que la Iglesia celebra la Jornada Mundial de las Misiones. Iniciamos el mes misionero por excelencia, haciendo memoria de Santa Teresa del Niño Jesús que, juntamente con san Francisco Javier, es patrona de todos los misioneros y misioneras. Ella que, desde el retiro y la soledad de su monasterio carmelita de Lisieux, vivió apasionadamente la Misión de Jesús y de la Iglesia para la salvación de los hombres; su ejemplo e intercesión nos estimulan a la Misión, un estilo de vida.
En este año 2015, el mensaje del Papa Francisco para la Jornada Misionera está contextualizado en el Año de la Vida Consagrada y dirigido, preferentemente, a los consagrados; si bien, como él mismo nos recuerda, por ser la dimensión misionera, inherente a la misma naturaleza de la Iglesia, todos los bautizados estamos llamados a vivir y a testimoniar, cada uno según su propia vocación, el Evangelio de Jesús. Todos, por tanto, elegidos, llamados y enviados a vivir con pasión, amando e imitando a Jesús, el servicio y la entrega por la humanidad entera, con especial predilección, por los pobres, los pequeños, los enfermos, destinatarios privilegiados del anuncio evangélico.
La Misión, que tiene su raÃz y fundamento en el misterio trinitario, es un elemento integrante de la acción evangelizadora de los discÃpulos de Jesús. Previamente, somos elegidos y llamados para ser sus discÃpulos y estar “junto a Él”; después, como Él mismo fue enviado por el Padre Dios, también nosotros somos ungidos y enviados para anunciar con alegrÃa a todos, hasta los confines de la tierra, la Buena Nueva del Reino de la Salvación; con la tarea de hacer discÃpulos del único Maestro, acompañar a quienes crean en su Nombre, insertar en la comunidad cristiana, a través de los sacramentos, e invitarlos al banquete nupcial del Reino celestial.
No cabe la menor duda de que vivimos tiempos privilegiados para Misión. Grandes son los desafÃos actuales de nuestro tiempo, pero nos vemos iluminados y confirmados por las exhortaciones y los gestos concretos del Papa Francisco; el Papa llama constantemente a toda Iglesia “a salir”, a “recorrer las periferias del mundo”, a “dejar nuestros encierros y aislamientos egoÃstas” y a encontrarnos con Cristo en nuestros hermanos. En sus viajes apostólicos a Ecuador, Bolivia y Paraguay y, más recientemente, a Cuba y a los Estados Unidos de América, sus palabras y gestos son diáfanos, transparentes, renovadores, interpelantes…y, quiera Dios, que también sean transformantes de la realidad, que nos ayuden a instaurar la fraternidad universal, conforme a los designios de Dios, en su Plan de Salvación.
El SÃnodo sobre la Familia, como también el ya cercano Año Jubilar de la Misericordia, abren nuevas perspectivas y esperanzas a la Misión. Conocer a Jesús y darlo a conocer, amarlo, seguirlo e imitarlo, siendo testigos de su Cruz y Resurrección… es el programa de la vida misionera: Salgamos a los cruces de los caminos e invitemos todos al Banquete de la Vida Eterna (Cf. Mt 22, 9). La certeza de que Jesús permanecerá siempre con nosotros nos llena de confianza y de la alegrÃa. Hagamos de la Misión un estilo de vida.
En este año 2015, el mensaje del Papa Francisco para la Jornada Misionera está contextualizado en el Año de la Vida Consagrada y dirigido, preferentemente, a los consagrados; si bien, como él mismo nos recuerda, por ser la dimensión misionera, inherente a la misma naturaleza de la Iglesia, todos los bautizados estamos llamados a vivir y a testimoniar, cada uno según su propia vocación, el Evangelio de Jesús. Todos, por tanto, elegidos, llamados y enviados a vivir con pasión, amando e imitando a Jesús, el servicio y la entrega por la humanidad entera, con especial predilección, por los pobres, los pequeños, los enfermos, destinatarios privilegiados del anuncio evangélico.
La Misión, que tiene su raÃz y fundamento en el misterio trinitario, es un elemento integrante de la acción evangelizadora de los discÃpulos de Jesús. Previamente, somos elegidos y llamados para ser sus discÃpulos y estar “junto a Él”; después, como Él mismo fue enviado por el Padre Dios, también nosotros somos ungidos y enviados para anunciar con alegrÃa a todos, hasta los confines de la tierra, la Buena Nueva del Reino de la Salvación; con la tarea de hacer discÃpulos del único Maestro, acompañar a quienes crean en su Nombre, insertar en la comunidad cristiana, a través de los sacramentos, e invitarlos al banquete nupcial del Reino celestial.
No cabe la menor duda de que vivimos tiempos privilegiados para Misión. Grandes son los desafÃos actuales de nuestro tiempo, pero nos vemos iluminados y confirmados por las exhortaciones y los gestos concretos del Papa Francisco; el Papa llama constantemente a toda Iglesia “a salir”, a “recorrer las periferias del mundo”, a “dejar nuestros encierros y aislamientos egoÃstas” y a encontrarnos con Cristo en nuestros hermanos. En sus viajes apostólicos a Ecuador, Bolivia y Paraguay y, más recientemente, a Cuba y a los Estados Unidos de América, sus palabras y gestos son diáfanos, transparentes, renovadores, interpelantes…y, quiera Dios, que también sean transformantes de la realidad, que nos ayuden a instaurar la fraternidad universal, conforme a los designios de Dios, en su Plan de Salvación.
El SÃnodo sobre la Familia, como también el ya cercano Año Jubilar de la Misericordia, abren nuevas perspectivas y esperanzas a la Misión. Conocer a Jesús y darlo a conocer, amarlo, seguirlo e imitarlo, siendo testigos de su Cruz y Resurrección… es el programa de la vida misionera: Salgamos a los cruces de los caminos e invitemos todos al Banquete de la Vida Eterna (Cf. Mt 22, 9). La certeza de que Jesús permanecerá siempre con nosotros nos llena de confianza y de la alegrÃa. Hagamos de la Misión un estilo de vida.