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Partícipe del retorno de los Sea King al cielo antártico

Con 20 años dentro de la Armada Argentina, el Teniente de Navío Técnico Diego Ramón Pérez vive por primera vez la experiencia de estar en la Antártida a bordo del rompehielos ARA “Almirante Irízar” que se encuentra realizando la Campaña Antártica de Verano 2017/18.

Como uno de los mecánicos que operan los helicópteros Sea King que transporta el rompehielos en su hangar, el Teniente Diego Pérez forma parte integrante del Grupo Aeronaval Embarcado (GAE) conformado por mecánicos y aviadores.

Junto con los casi 300 tripulantes que se encuentran a bordo de este buque de la Armada, es protagonista de los hitos que formarán parte de la historia naval: el regreso del rompehielos al continente blanco, el retorno de los Sea King surcando el cielo antártico y el arribo de un buque de la Armada Argentina a la base antártica Belgrano II –la más austral del país- después de una década.

El Teniente de Navío Pérez que se encuentra en comisión en el rompehielos, está destinado en la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros en la Base Aeronaval Comandante Espora, donde se desempeña como responsable técnico de la escuadrilla.

Hace poco se cumplieron 20 años desde que ingresara a la Armada el 2 de febrero de 1998. “En realidad mi lugar de nacimiento está bastante alejado de lo que es el área de operación de la Armada”, aclara este formoseño que escuchó durante su niñez y adolescencia las historias y vivencias que les transmitieron dos tíos que hicieron el  Servicio Militar en la Armada Argentina.

Uno de ellos hizo el servicio en la Base de Infantería de Marina Baterías y otro, en la Base Naval Mar del Plata. Las sucesivas historias de ellos fueron creando la inquietud, las ganas de querer vivir esas anécdotas y experimentar las vivencias que ellos tuvieron dentro de la Armada.

“Sus sucesivas historias me fueron entusiasmando hasta que cuando terminé el secundario decidí incorporarme a la Escuela de Suboficiales de la Armada Argentina”, explica Diego Pérez.

Durante estas dos décadas, gran parte de su carrera profesional la hizo dentro de la Escuela de Aviación Naval en la Base Aeronaval Punta Indio; lugar donde egresó como Mecánico General y luego se especializó en sistemas eléctricos. “El sueño de un piloto es volar y nosotros hacemos realidad ese sueño”, destacó.

En el año 2010 hizo el Curso Aplicativo para suboficiales y ascender en su jerarquía militar, pero ya se preparaba para postularse a otro curso, el Curso de Ascenso de Personal Suboficial a Oficial de Marina denominado CASO dentro de la Fuerza, objetivo que logró al año siguiente.

A fines del 2011, cuando egresó del curso que se realiza en la Escuela Naval Militar en Río Santiago, volvió a la Escuela de Aviación Naval donde permaneció unos meses hasta que en agosto del 2012 fue trasladado a la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros donde actualmente se encuentra destinado.

Este integrante de la Aviación Naval, que guarda un sinnúmero de anécdotas a lo largo de su carrera en su memoria, conserva una que aún lo conmueve: su primer vuelo en una aeronave de instrucción, el T-34 Turbo Mentor. “De hecho me acuerdo la matrícula: fue en el 402”, menciona Diego con una sonrisa aquel vuelo en formación, que tanto recuerda y disfrutó, desde Mar del Plata hasta Punta Indio.

Pasaron muchos años desde aquella vivencia y hoy se encuentra con un paisaje diferente aunque también inolvidable: la experiencia de estar en el continente blanco que asegura, es tan difícil de describir.

Cuando el rompehielos se aproximó a la base antártica Marambio, los celulares comenzaron a captar señal y muchos pudieron comunicarse. Diego aprovechó para enviar audios y mensajes a su señora Alicia y alguna que otra foto para compartir con su familia.

“Estar acá con este paisaje, viendo los hielos, el mar, la Antártida de fondo, creo que aunque uno filme o saque fotos no puede transmitir esa sensación que se da en este preciso momento”, manifiesta el Teniente Pérez desde el puente de observación que está ubicado en la cubierta 05 del “Irízar”, un espacio que antes del proceso de reparación y modernización se encontraba abierto y que hoy funciona como salón de usos múltiples, usado por la mayoría de los tripulantes para tener una vista panorámica durante la navegación que abarca desde la proa hasta la popa (desde adelante hacia atrás).

Mientras que en Formosa, atravesada por el trópico de Capricornio, rondaban los 50ºC; en el continente antártico el clima era diametralmente opuesto. Dejando en evidencia la distancia y la amplitud térmica que los separa; mostrando dos postales totalmente distintas: una caracterizada por selvas y ríos y otra, con una indescriptible belleza de desierto blanco.

A pesar de que a los 19 años se alejó de la capital formoseña para ingresar a la Armada Argentina son muchos los recuerdos de su ciudad natal que lo acompañan: como el Colegio Don Bosco donde cursó la escuela Primaria y el colegio Secundario de Juan José Silva, donde hizo amistades que aún conserva, y reúne cuando pasa por su provincia y con las que comparte un grupo de whatsapp de la promoción: “Ellos están enterados de este momento que estoy viviendo”.

Allá también se encuentra su mamá Marta que vive en el barrio Eva Perón, a quien llamó para compartir sus vivencias. Mencionar su nombre le genera un brillo en los ojos: “Estando lejos es complicado, uno no deja de tener los sentimientos por la distancia”. Y son muchas las razones que lo impulsan a regresar a su terruño porque además de su mamá y amigos, allí se encuentra su hermano, su suegra y cuñados.

Su esposa Alicia es también formoseña y se conocen prácticamente desde niños porque eran vecinos, ella vivía a la vuelta de su casa. Fueron novios de adolescentes, luego se casaron y hoy conformaron una familia de cuatro hijos: dos varones y dos mujeres. La más grande, de 20 años se llama Micaela, la segunda es Julieta de 18, luego se encuentra Iván de 15 y el más pequeño, Francisco, que con sus 4 años es el centro de atención de toda la familia.

Ellos viven en Bahía Blanca por la proximidad que tiene con la Base Aeronaval Comandante Espora donde tiene asiento la escuadrilla; pero muchas veces por cuestiones del servicio debe estar lejos de su hogar como ahora: “Siempre en el momento especial de alguno, a uno le toca no estar; pero es parte de la profesión”, sostuvo.

“A la Armada uno se la imagina, más allá de una Institución, con un gran valor en su gente y en su personal. Más allá de las maquinarias que manejamos, de la actividad que hacemos, hay gente de muchos lugares del país y se va formando un espíritu de cuerpo”, describe Diego a quien en sus ratos libres se lo puede encontrar con un libro en la mano ya que le gusta estudiar.

Actualmente cursa la Licenciatura en Logística y cuenta con la Tecnicatura Superior y la Tecnicatura Universitaria en Logística y una Diplomatura en Calidad.

Grupo Aeronaval Embarcado (GAE)

El “Irízar” se encuentra en la Antártida llevando a bordo helicópteros Sea King pertenecientes a la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros de Espora, los que arribaron a la embarcación el 28 de diciembre pasado.

Con el señalero en la cubierta de vuelo, el personal de sanidad, los buzos de rescate y un bote semirrígido alistados para intervenir en caso de alguna emergencia, los Sea King participan del reabastecimiento a las distintas bases antárticas argentinas, efectúan el recambio de sus dotaciones y trasladan a los científicos que deben concretar sus proyectos en el continente blanco, operando desde el rompehielos ARA “Almirante Irízar”.

Si bien hace diez años que los Sea King no participan de las Campañas Antárticas de Verano, realizaron en septiembre la Operación Nevada 2017 en la ciudad de San Carlos de Bariloche donde llevaron a cabo diversas operaciones tendientes a completar el adiestramiento específico en zona fría y montaña y, a fines de octubre del año pasado, de las pruebas de hielo del “Irízar”. Asimismo, tanto los aviadores como los mecánicos con experiencia antártica transmitieron durante este tiempo esos conocimientos y experiencias dentro de la escuadrilla.

El GAE está integrado por 26 hombres entre pilotos, tripulaciones de vuelo y mecánicos, bajo el comando del Capitán de Fragata Marcelo Caso.