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El Gral. Juan José Valle siempre será recordado como un emblema de honor y orgullo de la resistencia peronista al gobierno de facto

“Los pueblos están hechos de memoria, por lo tanto hay que recordar siempre tanto las épocas de bonanza como las que signaron algún tipo de tragedia colectiva para no repetirla nunca más” –expresó Floro Bogado al conmemorar el 61º aniversario de la Masacre de León Suárez-. Señaló asimismo, que “la trama histórica de nuestro Movimiento está atestada de denodadas luchas por los ideales irrenunciables que deben forjar una patria verdaderamente libre, nosotros siempre hemos predicado lo que Perón nos enseñó, que una revolución digna debe ser pacífica, y lo hará siempre usando la fuerza política, nacional y popular, dentro del derecho y los cánones constitucionales; sustentada en una búsqueda implacable de la justicia social, la paz y la grandeza de la patria”, afirmó.

“La lección de vida que nos dejó un patriota yperonista de ley como fue el Gral. Juan José Valle marcó para la posteridad el compromiso de hacer conocer a todas las generaciones su trágica historia, que no es más que la historia de una tragedia nacional tras el derrocamiento de Perón en 1955 por la dictadura cívico-militar, autodenominada: “Revolución Libertadora”, pero bien asumida por el pueblo como “Fusiladora”. Continúo recordando que “cuando asume la presidencia Pedro E. Aramburu (el 13 de noviembre de 1955) persiguió sistemáticamente a la clase dirigente peronista, desmanteló el IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio) creado por Perón, intervino la CGT y prohibió todo tipo de mención de términos, palabras o frases vinculadas al peronismo. En este clima de adversidad, el 9 de junio de 1956, encabezó la primera resistencia peronista el general Juan José Valle para devolver el poder democrático al pueblo. El levantamiento fue rápidamente derrotado con escasos enfrentamientos armados, murieron fusiladas seis personas en los basurales de José León Suárez: los militares Blas Closs, Rafael Fernández y Bernardino Rodríguez del bando dictatorial; y los civiles Ramón Raúl Videla, Carlos Irigoyen y Rolando Zaneta, del bando peronista. El 14 de junio se produjo el último combate individual, resultando muerto el civil peronista Miguel Ángel Mouriño. Son los crímenes que fueron revelados por Rodolfo Walsh en su obra emblemática, Operación Masacre”, señaló.

Añadió más adelante, que “la proclama revolucionaria que escribió el Gral. Valle a Aramburu cuando supo que su destino fatal era ser asesinado, es digna de leerla en voz alta. El Gral. Valle expresaba su asombro de que “los más beneficiados por el régimen depuesto estaban haciendo gala de una crueldad de la que no se tenía memoria, por el sólo hecho de formar parte de un ideal intergiversable: tener una patria libre, justa y soberana; por buscar la justicia y la libertad del 95% de argentinos que estaban siendo amordazados, sin prensa ni partido político, sin garantías constitucionales, sin derecho obrero, sin nada…”Como cristiano, decía Juan J. Valle, me presento ante Dios, que murió ajusticiado, perdonando a mis asesinos, y como argentino, derramo mi sangre por la causa del pueblo humilde, por la justicia y la libertad de todos no sólo de minorías privilegiadas (…) Nuestro fracaso material es un gran triunfo moral. Ruego a Dios que mi sangre sirva para unir a los argentinos. Viva la patria.”

Expresó que “esos acontecimientos no se pueden borrar de la memoria de la patria, y que “una nación sensata y pacífica nunca puede erigirse sobre la base de la fuerza irracional de la violencia, provenga de donde provenga, siempre será una derrota de la razón humana porque el uso de la fuerza no produce vencedores, como dijera S.S. Juan XXIII “la salvación por la espada no es salvación, es solo agonía y sobre el cuerpo del vencido yace el del vencedor”. “La lección que nos aporta la historia debe encausarnos a la búsqueda incesante de una convivencia democrática y pacífica entre hermanos, que privilegie la confluencia de voluntades por encima de las apetencias personales y, sobre todo, que defienda los valores trascendentes que Dios puso en el mundo, como el de la vida, la unidad fraterna y la solidaridad, porque “un pueblo unido jamás será vencido”, estamos en la hora de construir una nación más venturosa en la Civilización del Amor, concluyó Bogado.